PRIMERO ENCONTRAR LA CAUSA RAÍZ Y AHORA SÍ: ¡RESOLVER EL PROBLEMA!
No podremos resolver un problema si no somos capaces de identificar y comprender profundamente sus causas.
Hay un viejo proverbio chino que dice que “cuando las raíces son profundas, no hay razón para temer al viento”. La metáfora sugiere que unos cimientos sólidos nos permiten atravesar malos tiempos y resistir, sobrevivir y vencer. Un árbol firmemente apoyado en sus raíces difícilmente sufrirá ante el mal tiempo.
Ahora, adaptemos la metáfora: imaginemos que el árbol es un problema al que nos enfrentamos. Algo que nos molesta, una desviación de nuestro rendimiento esperado.
Cuanto más fuertes y profundas sean las raíces, más difícil será arrancar el árbol (resolver el problema).
En gestión, cuando se trata de la capacidad de las personas y los equipos para hacer frente a los problemas, a menudo utilizamos la metáfora adaptada descrita anteriormente. No se puede resolver realmente un problema si, antes de pensar algún tipo de solución, no se analiza a fondo lo que llamamos la “causa raíz”.
Esta es una de las premisas esenciales del pensamiento lean. La idea de que todos los problemas que ocurren en el día a día de una organización, grandes o pequeños, inusuales o recurrentes, solo ocurren porque se basan, como su origen, en causas primarias fundamentales, la mayoría de las veces “ocultas”. , como las raíces de una planta.
Por lo tanto, nunca podremos resolver un problema si no somos capaces de identificar y comprender en profundidad sus causas. Y, en consecuencia, si las soluciones no se diseñan y aplican precisamente para eliminarlas, seguiremos conviviendo con ellas. Si no se identifican y atacan las “raíces”, las “hojas” y los “troncos” indeseados seguirán ensuciando nuestro patio trasero.
Así que el primer paso en este proceso es buscar, revelar y comprender cómo se manifiestan las causas de un problema. Esto suele requerir un análisis detallado y constante, ya que las “raíces” rara vez están expuestas a la luz. Casi siempre hay que cavar. Y cavar requiere trabajo.
Tenemos que invertir tiempo y energía en profundizar nuestra comprensión de la relación entre los “síntomas”, el problema y sus orígenes. Por eso recomendamos, siempre que sea posible, estar presentes en el lugar donde surge el problema (GEMBA) para poder captar la realidad con nuestros propios ojos. Y potenciar al máximo nuestras propias observaciones teniendo en cuenta otros hechos y datos relevantes.